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viernes, 1 de febrero de 2013

Breve síntesis de un crecimiento desordenado, y del endeudamiento resultante


Sé que la mayoría de economistas pensáis que esta crisis era inevitable, y que de no crecer así, no habríamos crecido. "No es así". Es mejor no crecer, que crecer desordenadamente. El hormigón vale lo que vale, y un piso de 90 metros cuadrados, en la periferia de una ciudad, por ejemplo, como Madrid, no vale 200,000€, vale 100,000€.

En 1998, el gobierno de turno aprobó, lo que se dio en llamar, la ley del suelo. Se querían hacer urbanizables todos los solares rústicos posibles, con la escusa de que el precio de la vivienda se abarataría: a "mayor oferta, menor precio".

Pero la recalificación urbanística, desmesurada, junto a salarios cada vez más bajos, por la llegada, progresiva pero rápida, de 7 millones de inmigrantes legales, más otros tantos ilegales, y un considerable aumento de la demanda, por lo ya citado, y el aumento del crédito proveniente de la bajada de los tipos de interés por parte del BCE, en 2002. Inundando los bolsillos de los cada vez más paupérrimos asalariados.

Todo esto provocó un brutal aumento del precio de la vivienda, entre 2002 y 2008, especialmente, y en general, desde 1998 hasta 2008. La inyección de liquidez, en el sistema interbancario, fué espantosa y, en terminos reales, la vivienda duplicó su precio, hasta finales de 2007.

En todo caso, no fue la causa de esta crisis. Esta venía de años antes, y a escala mundial. En 2006, el petroleo alcanzó, el llamado, "peak-oil", subida masiva de la demanda, con la imposibilidad de una mayor oferta, luego los precios se dispararon, y los del oro también, por el miedo a un crash bursatil.

La situación estaba, ya, muy tensa, en los entornos financieros. En el verano de 2007, se produjo la suspensión de pagos del banco Northen Rock, con largas colas de depositarios en sus puertas. Era la consecuencia de algo muchísimo más importante, el precio de la vivienda subía a menor ritmo, el resto es historia.

Volviendo a España. El gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, advirtió de una importante sobrevaloración del precio de la vivienda, a finales de 2002, pero le callaron la boca desde el gobierno de turno, y desde este acontecimiento no se paró de hablar de la burbuja inmobiliaria apunto de estallar, hasta 2008. La depresión económica española nunca habría sido tan dramática, de no haber sido por la especulación inmobiliaria. La especulación inmobiliaria no fue la causa, pero sí agravó el problema.

"Tenemos una deuda pendiente", una especie de deuda de guerra, por pasarnos de listos, igual que les ocurrió a los alemanes, cuando terminó La Gran Guerra, en 1918, y terminaron pagándola, toda. A partir de 1990, con la reunificación, les cobraron la pequeña porción de deuda que les quedaba por pagar. 

A los acreedores no se les engaña, no si son familias todopoderosas, que harán lo que séa por cobrar. Como si fueran los mafiosos de las películas, si no les pagas "te matan", no por gusto, sino por dar ejemplo al resto de deudores. Nuestro caso es exáctamente igual, si no pagamos tomarán medidas, no por placer, sino por dar ejemplo al resto de deudores. Las deudas siempre se pagan, de una manera o de otra, pero "siempre se pagan".